Opinión
COLOMBIA: La guerra contra la esperanza
 

El investigador Juan Guillermo Ferro analiza las amenazas al proyecto político de los paeces atacados en Toribío.
Por Juan Guillermo Ferro M.*



A raíz del intento de las Farc de tomarse los municipios de Toribío y Jambaló en el norte del Cauca y de la respuesta de las Fuerzas Armadas, se hace imperioso que la opinión pública colombiana conozca y reflexione sobre los valores democráticos y de paz presentes en el proyecto de las comunidades Nasa de esa zona. La propuesta y la práctica ético-política de estos indígenas es un modelo de alternativa al conflicto armado y un aporte valiosísimo a la democratización de la sociedad colombiana. No podemos dejar que la guerra acabe con una de las pocas esperanzas que aún nos queda.

El movimiento de los indígenas nasa (nombre indígena de los paeces), del norte del departamento del Cauca, podría aparecer como excepcional si le diéramos crédito a las lecturas que sólo observan la desintegración social y comunitaria de la sociedad colombiana. Sin embargo, el movimiento indígena Nasa no es un hecho aislado, en la medida en que se articula con una amplia red de movimientos sociales indígenas, negros y campesinos, y porque empieza a tener importantes repercusiones sobre el movimiento popular en su conjunto. Además se está constituyendo en una referencia obligada para los movimientos que reivindican la autonomía política frente al Estado y frente a los actores armados presentes en el conflicto nacional.
Los Nasa del norte del Cauca son cerca de 100.000 personas. Están ubicados sobre más de 190.000 hectáreas en 13 resguardos localizados en siete municipios del departamento del Cauca y bajo la autoridad de los cabildos. Habitan una región andina montañosa del suroccidente del país, estratégica desde el punto de vista de los recursos naturales y desde la perspectiva militar de varios grupos guerrilleros que han pasado por su territorio durante los últimos cuarenta años. Forman parte y son forjadores del Consejo Regional Indígena del Cauca, Cric, creado en 1971 y una de las primeras y más importantes organizaciones indígenas del continente.
Son los protagonistas del proceso de recuperación de tierras más grande que se haya dado en Colombia en contra de la clase terrateniente más poderosa del país. Se les atribuye haber organizado en septiembre del año pasado la más importante marcha de protesta pacífica de los últimos años en Colombia. Son los organizadores de la consulta popular y ciudadana frente al Tratado de Libre Comercio, TLC, que se realizó el 6 de marzo con un resultado de 98 por ciento en contra de su firma.

De otro lado, su proyecto de autonomía frente al Estado y a los partidos políticos; su crítica al modelo económico dominante, el crecimiento de la fuerza organizativa comunitaria, el ejercicio cotidiano y permanente de la democracia asambleísta, el alcance e integralidad de sus planes de 'desarrollo' o de vida (como ellos mismos los prefieren llamar), su apropiación de la institucionalidad estatal local, los intentos de construir una economía propia, su influencia sobre el discurso y la práctica democrática, su capacidad de convocatoria y de movilización, pacífica y organizada son muestras todas ellas de la existencia de un movimiento que está en clara sintonía con movimientos sociales latinoamericanos más conocidos como el zapatista de México, los Trabajadores Sin Tierra de Brasil, los piqueteros de Argentina, la Conaie del Ecuador y los movimientos de resistencia a la privatización en Bolivia.
Sin embargo, es un movimiento que se despliega en un contexto nacional que tiene ingredientes adicionales o particularidades de no poca monta. Los Nasa desarrollan su propuesta en medio de un país que cuenta con un conflicto armado abierto, intenso y que lleva más de cuarenta años. Un país donde la economía y las prácticas del narcotráfico se han infiltrado en las esferas públicas y privadas más que en ningún otro de la región, y un territorio que actualmente se encuentra bajo la más fuerte intervención política y militar de los Estados Unidos en Latinoamérica.

El proyecto político (el debate con las Farc)

El proceso de construcción de la autonomía frente al conflicto armado ha obligado a los Nasa a definir su posición política y a escribir documentos que muestran sus diferencias con los actores armados. De esos documentos es importante analizar cómo definen los propios Nasa lo que ellos entienden por revolución:
"El Estado y los paramilitares nos consideran guerrilleros por nuestra lucha social, y la guerrilla nos considera antirrevolucionarios por nuestra lucha cultural. Por eso estamos solos en nuestra lucha. Nuestro pueblo considera su plan de vida como un proyecto y un proceso auténticamente 'revolucionario'. Nosotros queremos un cambio radical de nuestro país, porque somos los que más hemos sufrido las consecuencias de la dominación de la oligarquía, española primero y criolla después. De hecho, a lo largo de los últimos 30 años hemos realizado un verdadero proceso revolucionario: hemos recuperado tierra, hemos conquistado espacios políticos, hemos logrado que se reconozca en la Constitución nuestro derecho a existir y que Colombia es un país pluriétnico y multicultural. Queremos y proponemos al país un camino para una verdadera 'revolución':
-Una revolución participativa, sin hegemonías, donde las personas y las comunidades sean sujeto-protagonistas de su camino.
-Una revolución cultural y social, donde se reconozca y se valore la dignidad y las riquezas de cada cultura, y se ofrezca a todos una igualdad real de oportunidades para un desarrollo armónico.
-Una revolución integral, donde se valore por igual la dimensión espiritual y la dimensión material de la vida.
-Una revolución civil, sin armas y sin derramamiento de sangre, que parta de la base popular.
La experiencia nos dice que otro camino para la revolución es un camino ineficaz y mentiroso.
Nosotros no buscamos el poder, buscamos otro tipo de poder, verdaderamente democrático, que busque el bien de todos, especialmente de los últimos, de los que quedan atrás o que quedan al margen, que ofrezca participación a todos, que construya la unidad respetando la diversidad.
Nosotros queremos un cambio radical o revolución, porque Colombia es un país estructuralmente injusto, y desde siempre las primeras víctimas de estructuras injustas e inhumanas somos nosotros los indígenas en conjunto con los negros, los campesinos, los sectores urbanos empobrecidos. No sólo queremos la revolución sino que hemos tratado de hacerla con las pocas fuerzas que tenemos. Por eso el Estado nos discrimina y nos persigue. Pero en esta revolución que no es solamente social sino también cultural, no queremos ser peones de nadie, no reconocemos la hegemonía de ninguna organización; queremos ser protagonistas de nuestra revolución, buscando el diálogo y la coordinación con otras organizaciones que comparten nuestra propuesta, construyendo la unidad de la diversidad".
En este pronunciamiento se está dialogando y discutiendo con el Estado, con el movimiento popular y principalmente con las Farc. En primera instancia se discute el término 'revolución'. La intención es mostrar que la revolución debe ser entendida como un proceso, como un cambio permanente y cotidiano sobre el que hay que dar muestras y avances en la realidad concreta. Con esto se le está diciendo a las Farc que la revolución no es para después de la toma del poder del Estado; la revolución es para ya, y hay que construirla desde ya. La transformación de la estructura agraria no puede quedar para después de la revolución; en eso los indígenas nasa dieron muestras aleccionadoras con las importantes recuperaciones de tierra logradas en los años 70 del siglo pasado con alto costo en vidas, incluyendo la de importantes líderes históricos. Las mejoras en los ámbitos de la salud, la educación, la alimentación, la vivienda, etc., son conquistas que se pueden y se deben realizar poco a poco, aun en medio del contexto y de la lógica neoliberal dominante.
Para ellos la revolución es además un proceso integral que incluye diversas esferas del quehacer humano, es decir, los ámbitos de la política, de la economía, de la cultura y del sujeto mismo. En la cosmovisión nasa-paez nada esta separado, cada cosa tiene que ver con todo. Por esto las comunidades no hablan de plan de desarrollo sino de plan de vida. Para los Nasa la dimensión espiritual de su cultura es fundamental, porque sin ella no se entiende y no se obtiene el equilibrio ni la armonía entre las personas, ni entre ellas y la naturaleza. Es fundamental en ese sentido el redescubrimiento y fortalecimiento de la medicina tradicional y de la lengua propia, que encierra y proyecta una historia, una filosofía, un conocimiento, una religiosidad y una intersubjetividad particulares.
Los Nasa plantean que la revolución tiene que ser democrática y autónoma, es decir, que no es una revolución de hegemonías, de partidos y de vanguardias, sino de personas y de comunidades que participan como sujetos protagónicos de ese proceso. Lo más importante es el fortalecimiento de las autoridades tradicionales a través de las diferentes instancias que componen los cabildos y sobre todo, el fortalecimiento del poder de la asamblea comunitaria, de la propia base social.
De esta manera, la autonomía se refleja en la toma de decisiones que permiten tramitar diferentes tipos de conflictos con criterios propios: "No nos sentimos representados por ningún partido político, organizaciones llámense de la derecha o de la izquierda, instituciones o personas que dicen ser nuestros voceros, porque no lo son".
Es claro que se está discutiendo con la idea vanguardista de las Farc según la cual ellos son los representantes del pueblo, de las mayorías populares, y se está poniendo en cuestión la necesidad de un aparato partidario que trace y formule la línea revolucionaria.
Para los Nasa la forma como se lucha refleja el mundo por el que se está luchando. La lucha militar refleja una concepción de mundo militarizada. La organización que se tiene y la lucha diaria son el embrión, son, en pequeño, lo que se pretende que sea el mundo que se desea, como decía alguien: "La lucha por el cambio debe ser un gusto, no un sacrificio". La idea de la coherencia entre la vida personal-comunitaria y el proyecto político amplio es tratar de vivir personal y comunitariamente de acuerdo a como se quiere que vivan todos los demás: "No sólo queremos la revolución sino que hemos tratado de hacerla con las pocas fuerzas que tenemos".
La descripción siguiente realizada por un agudo observador externo muestra la forma como se vive la democracia desde la práctica asambleísta de los Nasa:
"Una de esas asambleas puede congregar entre 3.000 y 4.000 personas. Allí se discute cada tema de manera profunda, se confrontan las posiciones divergentes. Los debates son largos: días y noches de discusión van perfilando a los nuevos líderes que aprenden el arte de la argumentación de una manera muy especial. Para el nasa una idea no resulta cierta ni falsa, y su defensa no depende de la simple capacidad de oratoria o de convencimiento. Quien expone una idea la somete a la prueba del examen público, la somete a la duda, incluso tratarán de reducirla al absurdo, la cuestionarán desde todos los ángulos posibles. Al final, la conclusión se vuelve colectiva, deja de pertenecer al orador y es propiedad común. El consenso suele ser el resultado. Para ello, los Nasa suelen tener gran paciencia y acostumbran a volver sobre las ideas una y otra vez. Cuando parece que avanzan, han dado una vuelta completa, cuando parece que llegan a conclusiones están otra vez en el comienzo. En cada cabildo las normas de votación varían o se ajustan. Una vez logrado el consenso hay una votación que tiene por objeto ratificar su identidad y sentido de pertenencia. Niños y adultos por igual depositan sus votos y desde allí hacen público un compromiso que llevarán hasta sus últimas consecuencias. Tal vez por esta razón las elecciones de alcalde, consejo y demás cargos de elección popular no son más que un formalismo que confirma la decisión de una asamblea general".
Parece ser todo esto un buen ejemplo de la práctica de la democracia directa y participativa que se construye desde abajo. Para la izquierda ortodoxa, esto podría ser un ejemplo típico de 'microrrebeldía' insuficiente en la lucha nacional y continental contra la injusticia del modelo político y económico dominante, pero es difícil imaginar la organización de la 'macrorrebeldía' si no es a partir de la confluencia de este tipo de prácticas locales pero de gran profundidad por su contenido autónomo y democrático.
Sin embargo, la lucha de los Nasa no se circunscribe al ámbito de su territorio y de sus comunidades. En el mandato emanado del exitoso Congreso Indígena y Popular de septiembre de 2004 en Cali, se vio con claridad cómo los indígenas, liderados por las organizaciones del Cauca le proponen al resto del movimiento popular una alternativa frente a la realidad nacional actual:
Esta vez salimos a convocar pueblos, organizaciones y procesos populares. Marchamos para expresar nuestro compromiso de unirnos y de trabajar tejiendo la solidaridad recíproca que hace falta para defender la vida. Esta vez sabemos que solos no podemos y que nos necesitamos mutuamente para entender, para resistir y para crear un país y un mundo posible y necesario. Hemos sorprendido al gobierno, al poder, al país y al mundo porque no nos levantamos a pedir lo que es nuestro por derecho propio; en cambio, convocamos esta Minga con una propuesta para que entre todos, como pueblos, definamos un mandato indígena y popular que oriente el proceso para que podamos avanzar en pasos firmes y realistas desde esta realidad de confusión y muerte hasta un proyecto de vida tejido por nosotros desde los pueblos.
Por esto algunos dicen que en la historia del movimiento indígena del Cauca hay tres palabras-consignas clave: resistencia, recuperación y autonomía; y que en los últimos años se estaría acuñando una nueva: alternativa. Pasar de la autonomía a la alternativa implica necesariamente una estrategia, un posicionamiento y una confrontación con el Estado, que desde la perspectiva democrática y de autonomía de los Nasa es una tarea colectiva y procesual que no se define o se fija desde el movimiento indígena. Es una alternativa que se va construyendo sobre la base de dar testimonio.

Los límites de esta propuesta

La ambigüedad de los premios


Las comunidades Nasa del norte del Cauca han sido premiadas en diferentes ocasiones. En 1998 fue premiado el plan de desarrollo del municipio de Toribío como el mejor del país. Paradójicamente fue premiado porque no era un plan de desarrollo sino porque era un plan de vida, porque integraba las múltiples dimensiones de la vida en comunidad y porque a diferencia de los demás planes, hacía un especial énfasis en el fortalecimiento de la familia.
También han ganado el Premio Nacional de Paz en dos ocasiones. La primera vez, a nombre del proyecto Nasa, que es el plan de vida de los tres cabildos que conforman el municipio de Toribío, y la segunda vez, el año pasado en cabeza de la Guardia Indígena de los cabildos del norte del Cauca. Son premios importantes en la medida en que representan un reconocimiento de un sector de élite de la sociedad civil colombiana a su gestión y eso sin duda eleva el costo político (para cualquiera de sus enemigos) de atacar un proceso como éste; en particular eleva el costo de un ataque de las Fuerzas Armadas y de los paramilitares.
Ahora bien, ese reconocimiento lleva también otro mensaje: se está premiando a las organizaciones populares que resisten a la guerrilla y esto es fundamentalmente lo que se destaca en los motivos por los cuales se otorga el premio. Sin embargo, la Guardia Indígena también se opone a la acción de las Fuerzas Armadas del Estado colombiano, y esto no se menciona en el texto de los que premian. De esa manera, a través de estos premios se reconoce la actividad popular y organizada contra la ilegalidad política, sobre todo antiguerrillera, pero se deja de lado el planteamiento de los Nasa del norte del Cauca en relación al carácter autoritario y antidemocrático del Estado colombiano, crítica que obviamente confunde y molesta a las organizaciones que otorgan dichos premios.

Los cultivos de uso ilícito

La existencia de los cultivos atrae necesariamente la presencia de los narcotraficantes que vienen a comprar la pasta de coca o el látex de la amapola. Tal situación pone a la comunidad en una condición de complicidad con el narcotráfico, que el Estado en algunas ocasiones ha aprovechado para descalificar la autonomía territorial, para acusar a los resguardos de refugio del narcotráfico y para amenazar con la fumigación aérea de los cultivos. Simultáneamente con la presencia de los narcotraficantes, la siembra de coca y amapola facilita la presencia de las Farc, dada la práctica de esta organización de cobrar impuestos a los compradores de pasta de coca y de látex. En la medida en que este cobro es la principal fuente de ingresos para el sostenimiento de su ejército, es claro que las farc no dejan de apoyar a los cultivadores para mantener así una renta estratégica.
Tenemos entonces que los cultivos de uso ilícito abren la puerta a dos actores ilegales que ponen en cuestión la autonomía política y territorial del pueblo Nasa. La forma de encarar esta problemática en algunos casos ha sido de enfrentamiento directo, pero la más constante ha sido la de intensificar la educación y la formación política de los comuneros para que estén cada vez más conscientes de los graves riesgos que esta práctica trae al proyecto comunitario.

El conflicto armado

Las amenazas son inmensas. En primer lugar, el conflicto armado está constituido por actores profundamente invasores. Las Fuerzas Armadas del Estado y las fuerzas armadas revolucionarias no aceptan la autonomía política y territorial de las comunidades Nasa. Para las fuerzas oficiales, la única salida posible es la política liberal del Estado colombiano y para la guerrilla, la única alternativa es la marxista-leninista. En la práctica esto implica presencia constante de ambos bandos en el territorio Nasa.
En ambos casos, estamos frente a una lógica que dice: "esta población es mía y tiene que estar de mi lado" porque "cómo se puede estar contra el Estado constitucional", dicen unos, y "cómo se puede estar contra el ejército del pueblo", dicen los otros. Pues bien, de eso se trata la autonomía política para los Nasa: ni con el Estado (y sus aliados paramilitares) ni con las Farc. Esto no implica neutralidad porque no se es neutral frente al conflicto y la injusticia social. Los Nasa han demostrado en la práctica que es posible crear poco a poco alternativas políticas, de paz y de vida frente a la propuesta actualmente dominante en la sociedad colombiana; alternativas de vida autónomas, antihegemónicas y democráticas.
La propuesta de los Nasa hacia el futuro es que los diferentes grupos armados ya sean del Estado, de los paramilitares o de la guerrilla no desarrollen en su territorio tareas de represión, seguridad y justicia como actualmente lo hacen. Para eso los miembros de la Guardia Indígena están armados con su bastón de mando o Chonta: símbolo de la potencia y de la impotencia. De la potencia, porque el bastón significa que se está representando a toda una comunidad; a la fuerza de la unión. De la impotencia, porque la fuerza política que representan los bastones hasta ahora no ha sido suficiente para que los ejércitos de distinta índole no violen la autonomía territorial.
En el fondo, a lo que apunta el proyecto político nasa es a transformar una lógica autoritaria y militarista de la cultura política colombiana. En Colombia, con la prolongación y la polarización del conflicto, los enemigos empiezan a parecerse cada vez más: ambos, gobierno actual y Farc, dicen: "Si no estás conmigo, estás contra mí". Son los enemigos ideales, en donde cada uno tiene enfrente al enemigo que siempre quiso. Es la paradoja de una lógica en donde es mejor que el enemigo sea cada vez peor, para sentirse más a gusto eliminándolo, matándolo. Se dice que la guerra es la prolongación de la política por otros medios, pero a veces puede ser la muerte de la política, por lo menos de la política democrática donde no se trata de aniquilar al adversario sino de transformarlo..



 
     
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