El movimiento alternativo de Berlín (1)
La prehistoria

 
 
Ramón Fernández Durán/ Luis M. Rivas- BerlinSur, julio 2005


El desalojo el pasado seis de junio del proyecto York 59, último testigo del movimiento alternativo y autónomo de los años 80, ha devuelto a la actualidad informativa la época de las casa ocupadas en Berlín-Occidental. En varias entregas intentaremos acercar aquella experiencia política que tanta gloria y glamour concedió también a la izquierda berlinesa en todo el mundo. En este primer capítulo, abordaremos las premisas, la prehistoria del fenómeno.

Para entender lo que fue el Movimiento Alternativo alemán (y el posterior movimiento autónomo), habría que remontarse a la revuelta estudiantil de los 60, una revuelta que no se hizo en nombre de reivindicaciones económicas o coyunturalmente políticas, sino que “nació más bien de la exigencia de una vida diferente, autónoma y liberada de la tiranía del mercado, del Estado y de su raíz común, la mercancía. En 1968 temblaron los Estados del Este al igual que los del Oeste, los sindicatos y los propietarios
(1) . El deseo común de entonces, tan actual y reivindicable hoy, fue no vivir eternamente en el reino del simulacro, del espectáculo del poder y aspirar a una vida plena en todos los ámbitos.

La importancia que adquirió el movimiento estudiantil en la RFA es relativamente poco conocida en el exterior, sobre todo a orillas del Mediterráneo y en Latinoamérica, donde al hablar del 68 europeo se utiliza más como modelo de referencia el Mayo francés. Sin embargo, de la importancia de aquel movimiento en el caso alemán da una idea la riqueza y variedad de su descendencia, así como el profundo impacto que provocó en la juventud de aquella época.
Los jóvenes de finales de los 60 eran los hijos de los alemanes que habían vivido y participado en la Segunda Guerra Mundial. Importantes sectores de aquella juventud consideraban a sus mayores tácitos copartícipes de los horrores del nazismo. Al conflicto generacional que por entonces se daba en Europa y EE.UU., se sumaba en la juventud alemana el rechazo a lo que supuso el IIIer Reich en la historia del país. La brecha generacional fue, por ello, mucho más profunda. Ello posibilitó, por otra parte, una quiebra en el papel de transmisión de la ideología y de los sistema de valores dominantes de la estructura familiar tradicional, abriendo vía al desarrollo de nuevos valores políticos, nuevas formas de conciencia, y nuevas formas de convivencia y relación social.

El reflujo del movimiento estudiantil es el punto de partida del que salen los distintos caminos por donde discurriría la izquierda revolucionaria y radical germano occidental en los años 70. Además, en la situación de la RFA se conjugaron otros dos factores claves a la hora de comprender la concreción y desarrollo de una nueva izquierda. Por un lado, la no existencia de un partido comunista fuerte y consolidado (el KPD, había sido prohibido en 1956 y no se legaliza de nuevo hasta 1967, bajo otro nombre-DKP- de marcado prosovietismo); en otros casos, como el PCF francés, supusieron un importante elemento integrador, de freno y división del movimiento. Además un partido de estas características era difícil que calara ampliamente en una sociedad como la de la RFA, profundamente afectada por la división de las dos Alemanias después de la guerra, en cuya clase obrera anidaban fácilmente posturas antisoviéticas. Por otro lado la subida al gobierno de la Socialdemocracia en el año 1969, en coalición con los liberales del FDP, hace que al mismo tiempo, se descalifique y se desenmascaren los intereses reales a que respondía la política de dicho partido, su débil potencial de cambio y el carácter abiertamente represivo con el que desde el principio encaró la revuelta estudiantil y sus secuelas posteriores. Quedaba pues un gran vacío institucional, que, en gran medida, hizo difícil integrar las potencialidades rupturistas de los nuevos conflictos sociales.

Esquematizando un poco se podrían trazar cuatro grandes corrientes en la izquierda alemana de principios de los setenta. De una parte encontramos un ámbito anarco-marxista, con diversidad de posturas en su seno, donde coexistían los más proclives a los planteamientos anarquistas y cuya acción se caracterizaba por el espontaneísmo (de ahí su nombre: spontis; germen del posterior mov. autónomo) con aquellos que veían necesaria la construcción de algún tipo de vanguardia, llámese o no partido, de carácter impulsor y no sustituista, cuyo principal objetivo era posibilitar la autoorganización de la clase obrera (gran número de militantes de esta corriente dejaron las universidades y se fueron a las fábricas a intentar esta ardua tarea a comienzos de los 70)
Otro sector se planteó la necesidad de construir directamente EL partido “revolucionario” como elemento indispensable para la movilización y dirección correcta de las luchas obreras y populares, aplicando para su constitución esquemas leninistas e importando, con más o menos énfasis y adaptaciones, los contenidos maoístas en boga por aquel entonces (los trotskistas en Alemania, a diferencia de otros países como Francia, han tenido una presencia muy reducida). Dentro de esta tendencia se podrían incluir, entre otros, grupos como el KPD, KBW y KB. Este sector se caracterizaba en los 70 por un acusado dogmatismo y por unas estructuras organizativas bastante rígidas (habría que mencionar que el KB era el menos anquilosado de todos y de hecho tendría a lo largo de los 80 mayor capacidad de apertura y evolución).
El tercer sector se orientó hacia la lucha armada como única vía, de acuerdo con sus análisis, para la profundización de las contradicciones en un país del centro capitalista como era la RFA, lo que facilitaría la creación de situaciones de ruptura revolucionarias que permitieran avanzar hacia la revolución mundial. Dentro de este sector, hay que situar a la RAF, muy ligado a la lucha de solidaridad con el denominado “Tercer Mundo” y cuyos ataques solían dirigirse contra símbolos económicos y militares del imperialismo en la RFA. Igualmente se podría incluir aquí a las Celular Revolucionarias (RZ), cuyas acciones estaban dirigidas más bien contra las estructuras estatales de Alemania Occidental. Muy cercano a las RZ, estaba otro grupo, Rote Zora, cuyas acciones acompañaban movilizaciones feministas en la RFA u otros países. Además existió durante la década de los 70 el “Movimiento Dos de Junio” (en recuerdo del estudiante Benno Ohnesorg, muerto ese día de 1967 en Berlín por la policía). Este grupo (presente casi exclusivamente en Berlín-Occ.) tuvo un marcado cariz antiautoritario y se autodefinía como “brazo armado de la izquierda”. A diferencia, de los anteriores, no sobrevivió los años 70 (algunos militantes se pasaron a la RAF, sobre todo en la cárcel, donde tenían contacto con presos de esa organización).
Quizás sería necesario mencionar también, como cuarto sector, a los que creyeron poder cambiar (honradamente o no) la situación a través de su participación en el SPD (lo que luego se conocería como “Marsch durch die Institutionen)

La evolución en los 70, la represión y los "años de plomo"

Durante los años 70, la evolución de cada sector siguió procesos diferentes. Así los grupos maoístas, de carácter en general bastante dogmático, se desarrollan hasta mediados de los 70, estando muy vinculada su actividad con la lucha de solidaridad con el IIIer. Mundo, y especialmente contra la presencia de EE.UU. en Vietnam. Con la caída de Saigón, en 1974, empiezan a entrar en crisis estos grupos, su base social se va diluyendo y los diferentes comités de solidaridad pierden también el apoyo que habían tenido. Además, las contradicciones teóricas del maoísmo aplicadas al caso alemán (teoría “de los tres mundos”, posibilidad de establecer alianzas que posibilitaran rupturas revolucionarias con la "Burguesía Nacional” ... ), la derrota de la revolución cultural, así como las tremendas contradicciones de la política exterior China (apoyo al régimen de Pinochet, al UNITA en Angola ... ) y el auge de los movimientos sociales (no cuadraba con sus esquemas, por ejemplo, que se desarrollase con fuerza un movimiento como el antinuclear que no respondía a la “contradicción principal” y en donde participaban sectores sociales como los campesinos, generalmente pequeños propietarios), precipitan aún más la crisis de estos grupos acentuando su dogmatismo. Por otro lado, estas organizaciones centraban su actuación en aspectos externos a la situación alemana y, no se planteaban, cómo iba a ser el socialismo en este país y de qué formas concretas se podría alcanzar; dejando de lado, además, la importancia de la transformación de la vida cotidiana.

EI sector que se orientó hacia la lucha armada, en especial la RAF, fue acentuando su escalada de acciones armadas, cada vez con una mayor espectacularidad hasta llegar al secuestro y muerte de Hans Martin Schleyer, presidente de la patronal alemana. Su base social siempre fue muy reducida, contando en muchos casos con un apoyo limitado, y en algunos casos ni eso, del resto de la izquierda radical alemana. La represión estatal también se fue incrementando de una forma bestial contra este grupo, y, aprovechando la criminalización que se hacía de las acciones de la RAF, se extendió a toda expresión de resistencia al sistema (hay que decir que si no hubiera existido la RAF, también se habría buscado otra excusa). Este incremento de la represión desembocó en la introducción (por vía de urgencia) de leyes especiales "antiterroristas". En varias fases, el Bundestag introdujo la figura de “incitación a la violencia” y “apoyo a banda armada”, por ejemplo, un término difuso y que concedía a la fiscalía y fuerzas del orden la posibilidad de meter en el mismo saco del terrorismo a actividades y grupos que se planteaban una crítica radical al Estado. Asimismo, las nuevas leyes entorpecían sensiblemente la labor de los abogados, endurecían las condiciones de prisión (aislamiento, dispersión, prohibición de contacto con el exterior), etc. El desafío de la RAF al estado alemán tendría su punto culminante en septiembre/octubre de 1977 con el secuestro del jefe de la patronal H-M. Schleyer (5.9) y de un avión de Lufhansa (13.09). El gobierno del socialdemócrata Schmidt no acepta la liberación de presos exigida. El 18.10 una unidad de élite alemana asalta el avión de Lufhansa en Mogadiscio y el mismo día aparecen suicidados en sus celdas de la cárcel de alta seguridad de Stammheim los miembros de la RAF A. Baader, G. Ensslin y J-C. Raspe. Al día siguiente aparece el cuerpo sin vida de Schleyer. El "Otoño Alemán" abriría un reflujo general durante los llamados “años de plomo": 77, 78 y 79.

El primer sector (“espontaneísta”) del que hemos hablado está muy ligado en su evolución, si bien no de forma biunívoca, con la creación y desarrollo de los movimientos sociales de base o Bürgerinitiativen (antinuclear, ecologista, contra las autopistas ... ) y con la aparición y extensión de nuevas formas de vida (creación de comunas rurales y urbanas como forma de luchar contra la familia nuclear tradicional, elemento clave del actual sistema social), de nuevas formas de producción (colectivos, cooperativas, ... donde se plantea la reapropiación de la riqueza producida, y donde se pone en valor las potencialidades de transformación de la producción colectiva a través de la autoorganización, la eliminación de jerarquías ... ) y de relación social (nueva moral, relaciones de solidaridad, "ética de la dulzura" ... ). En este proceso cumple un papel trascendental el movimiento feminista que pone en un primer plano la necesidad de una transformación radical de la vida cotidiana (con anterioridad los aspectos relativos a la de la reproducción de la fuerza de trabajo (la vida cotidiana) tenían un carácter marginal frente a los aspectos concernientes a la esfera de la producción (trabajo)).

Por último, quienes optaron por hacer política en el SPD o los sindicatos, sufrieron suerte dispar y hoy los protagonistas trazan un balance agridulce (un análisis en profundidad superaría en mucho el propósito de este artículo). Su capacidad de maniobra e influencia nunca llegó a ser destacable. El aparato del SPD tampoco es que permitiera muchas alegrías. Tan sólo en algunos sindicatos o comités de empresa (Opel, por ejemplo) se pudieron establecer corrientes más combativas o simplemente reivindicativas. La evolución (nacional e internacional) de los 80 y 90 revelaría los límites estructurales de estas experiencias pero también su valor.

En definitiva, a lo largo de los años 70 se va conformando, poco a poco, un nuevo tejido social. Se nutre de las crisis de otros espacios y sectores, y hace énfasis en la praxis, en la positividad del mundo que se quiere construir, en la revolución continua y multidimensional, en la autonomía de cada movimiento, en la transformaci6n desde ya de la vida cotidiana, en el enfrentamiento radical con el sistema en diferentes frentes, en la afirmación de la subjetividad, en la conquista continua de espacios de libertad, democracia de base y creatividad, en el pensar, vivir, experimentar y combatir de otra forma, ... es el origen de lo que se llegará a conocer más tarde como Movimiento Alternativo, cuya cuna, indudablemente, fue Berlín.

En la próxima entrega abordaremos las características particulares del Berlín de finales de los 70 y los primeros pasos del movimiento de ocupación de viviendas.


El presente capítulo está basado (en parte) en el libro de Ramón Fernández Durán “El Mov. Alternativo en la RFA” (1985)

1 “Las sutilezas metafísicas de la mercancía” Anselm Jappe, en revista Krisis


 

 
 
 
 
 
     
     
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